La extraña tormenta

Me levanté de la cama. Serían sobre las doce del mediodía, ya que el día anterior me había acostado bastante tarde. Era un sábado como cualquier otro.
Bueno, puede que no como cualquier otro.
Lo primero que hice fue mirar por la ventana. Había unas extraña tormenta en el cielo. Lo que más me inquietaba eran las nubes. No sabría decir por que me resultaban tan raras, pero el caso es que tenían una aire bastante siniestro, hacían que las doce del mediodía pareciesen las doce de la madrugada.
No sabía muy bien que hacer así que me dirigí a la habitación de mis padres.
No estaban.
La cosa comenzaba a volverse inquietante. Desconocía la situación por completo, pero empecé a sentir miedo, ese miedo a lo desconocido del que sencillamente no sabes como reaccionar.
Pero al final acabé reaccionando.
Pensé que lo mejor sería salir a la calle, y así lo hice.
Era todo muy raro, no había nadie en la calle, pero tampoco había signos de muerte o destrucción. Sencillamente, parecía que la gente había desaparecido. Los escaparates,los coches...Todo seguía en su lugar, lo único que faltaban eran las personas (que no es poco).
Primero pensé que por fin ya no estaban todas las personas que odiaba, que por fin había desaparecido las peores personas del mundo. Pero claro, luego me paré a pensar y las cosas no eran tan buenas como parecían. Todos mis amigos, todas las personas que quería no estaban. Y me invadió la mayor sensación de soledad que había sentido nunca.
Y seguí caminando. Era lo único que podía hacer en ese momento.
Pero algo me vino a la cabeza. Que seguía vivo.
Y eso me dio fuerzas para pensar que si yo lo estaba alguien más podía estar también en mi misma situación.
Y seguí adelante, sin mirar atrás, sin abandonar mi camino, sin rendirme...

"Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar. "

                    Antonio Machado